4b.- Bitácora II Parte: Villa la Angostura, Neuquén, La Patagonia, 2,011.

Martes 4 de enero:

Aunque ya habíamos conocido Villa La Angostura, –durante los días del taller- verla con ojos de vacaciones fue redescubrirla.

Villa La Angostura es una localidad ubicada en el departamento Los Lagos en el sur de la provincia del Neuquén, en la Patagonia Argentina.  Enclavada en el sector norte del Parque Nacional Nahuel Huapi, rodeada de lagos, bosques y montañas, es considerada una de las localidades más bonitas de la Patagonia Cordillerana, ganándose el apodo de Jardín de la Patagonia.

 A pocos kilómetros se encuentra el paso fronterizo con Chile, Cardenal Samoré, y junto a otras localidades cercanas, como San Carlos de Bariloche y San Martín de los Andes conforman un corredor turístico de gran popularidad tanto en la época estival como en la invernal.

Se encuentra ubicada en la zona centro-norte de la región fitogeográfica del bosque andino patagónico dentro de la provincia subantártica.  Situada en las primeras estribaciones de la cordillera de los Andes, está rodeada de densos bosques de muy variadas especies.

Al estar inserta dentro del Parque Nacional Nahuel Huapi comparte toda su flora y fauna, típicas del bosque andino patagónico y, en ciertos sectores, del bosque valdiviano. Sin embargo, el avance de la urbanización, el desmonte y la creación de nuevos lotes de terrenos están produciendo un retroceso en la flora y fauna autóctona, reemplazándola por especies exóticas. A este hecho, también se suman las especies introducidas por los primeros colonos europeos, las que consiguieron una gran adaptación y expansión sobre las especies del lugar.  En el tejido urbano es muy poco frecuente la presencia de especies animales autóctonas, encontrándose en los bosques o en zonas protegidas como la reserva natural silvestre de la Isla Victoria.

A mediados de la década del 90, la localidad comienza a experimentar una gran explosión demográfica por el atractivo paisaje, estilo de vida y auge económico de la región. Es a partir de ésta época, que Villa La Angostura comienza a percibir los típicos problemas de un crecimiento brusco y desordenado, dejando de ser poco a poco una pequeña aldea de montaña. En el 2003, Villa La Angostura se convierte en Municipio de 1º categorías. Además de las bellezas naturales del lugar, otro punto característico es su arquitectura. Bajo un estilo alpino, en la localidad rige un conjunto de normas de edificación que le garantizan un estilo arquitectónico singular: las edificaciones deben llevar en su gran mayoría elementos existentes en el lugar, tales como madera y piedra. No se observan altas edificaciones y, en general, las construcciones están limitadas a una altura de dos o tres pisos, dependiendo de la zona.  Se puede observar una gran influencia del Arquitecto Alejandro Bustillo en las primeras construcciones.

La gastronomía del lugar no ofrece grandes variantes con respecto a los demás pueblos de la cordillera patagónica, dentro de las cuales se pueden apreciar exquisitos platos de truchas, ciervos y jabalíes ahumados; la preparación de salsas a base de hongos también esta muy difundida.  El gran frío reinante y el aporte histórico de inmigrantes alemanes y suizos en la zona, ha llevado a una gran difusión de platos dulces como Kuchen, Apfelstrudel y otras tortas típicamente germanas, chocolates de alta calidad, mermeladas de frutos silvestres y otros productos ahumados.

La geografía del lugar permite una gran variedad de actividades y deportes bien definidos según si se encuentra en la estación invernal o estival. Durante el invierno los más practicados son el esquí, snowboard y andinismo; durante la época estival, se amplía la cantidad de actividades debido al aumento de temperatura, permitiendo el uso de los lagos y ríos para la práctica de diversos deportes náuticos, natación y pesca, así como, realizar mountain bike, caminatas y cabalgatas.

La pesca deportiva, ocupa un lugar muy importante dentro del esquema turístico del lugar y es reconocida internacionalmente. En lagos y ríos, se pueden obtener piezas de percas, truchas y salmónidos, y son famosos entre los aficionados a este deporte, las desembocaduras de los ríos Correntoso, Bonito, Estacada, Ragintuco, Huemul, Limay, Machete y Ruca Malen entre otros.

Durante la mañana nos dedicamos a hacer lo que hace todo vacacionista: vagar por sus hermosas calles, tomar fotos, ver tiendas, admirar su artesanía y vagar, vagar y vagar hasta que dio la hora del almuerzo que fuimos a almorzar a Los 7 troncos.

A las 2.30 pm, partimos desde el Muelle Modesta Victoria enclabado en la bella Bahía La Mansa, en el Catamarán Futaleufu.  Navegamos por las tranquilas aguas del Lago Nahuel Huapi por una hora, una travesía que nos regaló hermosas vistas de Villa La Angostura, de sus tres cerros –Inacayal, Belvedere y Bayo- de bellas construcciones como el Castillo El Messidor y la Isla Victoria donde la guía nos explicó que es un lugar protegido para la ciencia, donde también hay otro bosque de arrayanes, vive poca gente, tienen una escuela y un laboratorio; hasta llegar al destino Greenleaf, dándonos la bienvenida al Bosque de los Arrayanes: único en el mundo, es el atractivo principal del Parque Nacional.

Esta singular especie, que crece como árbol o arbusto a orillas de lagos y ríos ha formado en este sitio un denso bosque puro, con extraordinarios ejemplares que superan los 15 metros de altura y con una edad estimada en 650 años.  A través del nuevo sendero entablonado se puede recorrer el Bosque y reconocer las diferentes etapas del crecimiento del arrayán.  Un hermoso paseo que culmina su recorrido en la encantadora Casita de Té situada en el corazón del bosque.

Nos dieron un tícket para poder tomar chocolate, pero vendían también alfajores, típicos de La Patagonia, de manera que nos sentamos en una mesita de madera frente al lago, y disfrutamos de la vista, la comida y la compañía.  El paseo en general duró tres horas, una hora de ida, otra de recorrido por el Bosque de los Arrayanes y la última, de regreso.

Miércoles 5

A mediados del año pasado, dentro de un largo paseo por América del Sur, visitamos San Carlos de Bariloche en invierno, jamás imaginamos que seis meses después estaríamos de vuelta.

Lo primero que hicimos fue estacionarnos en un lugar prohibido, lo cual nos costó una multa.  Saliendo del parque central y pasando por el arco que da acceso a la calle principal, degustamos en una cafetería chocolate con churros, luego nos encaminamos a un locutorio (centro de internet y telefonía), ya que por estar en el taller y no contar con computadora en nuestro hotel, nunca nos comunicamos con la familia.

Caminamos frente al lago, en una calle maravillosa llena de sol en este día precioso de verano.  El sol era ardiente, el lago estaba quieto, y a lo lejos se ven las largas cordilleras de los Andes.

De regreso pasamos a almorzar a “A Estribor de Marinas”, en Puerto Manzano, en una terraza climatizada frente al lago.  Cabe destacar la hermosura de la vista, lo acogedor del lugar, con una casita de madera y una extraordinaria y deliciosa comida.

Por la noche escribí:

Desde ayer martes, un día después del taller, he estado meditando dos veces por día. Estoy asombrada  al comprobar que la meditación me permite accesar al Gran Océano de mi conciencia, donde por hoy sólo he encontrado silencio, paz interna, gratitud y armonía.  Siento que la meditación de las llamas me están sirviendo para iniciarme en este Gran Proyecto.

Jueves 6

Antes de definir la ubicación del taller de espiritualidad se mencionó a San Martín de los Andes.  Daniel, el dueño de la hostería, nos recomendó este paseo, que es una parte del gran paseo por los 7 lagos.  En el camino, desde lo alto, vimos a San Martín de los Andes como una postal que quedó grabada en nuestra memoria.

 San Martín de los Andes es una ciudad de montaña, en el sudoeste de la provincia del Neuquén enclavada en la Cordillera de los Andes.  Se estima que la población residente supera los 25.000 habitantes, es de rápido crecimiento demográfico no sólo a nivel vegetativo, sino porque a esta ciudad van a vivir muchas familias, procedentes principalmente de las ciudades de Buenos Aires y de Córdoba entre otras.  Es uno de los puntos turísticos más importantes de la provincia del Neuquén y de la región patagónica y posee un aeropuerto a 22 km del centro.

Almorzamos en un restaurante frente al Parque, luego fuimos a curiosearlo, donde admiramos la artesanía local.  Luego de vagar por su hermosa arquitectura, nos dirigimos al Cerro Chapelco.

Ubicado en San Martín de los Andes, en la provincia de Neuquén, dentro de la Patagonia Argentina y con una altura de más de 1900 mts, Cerro Chapelco es uno de los centros de ski más atractivos del país.  El atractivo de Cerro Chapelco es que cuenta con pistas para todos los niveles y que con poca nieve, se pueden realizar todos los deportes blancos. Deslizarse entre sus mágicos bosques de lengas con líquenes en los troncos, observando a la distancia el volcán Lanín y el lago Lacár se convierte en una experiencia única para principiantes y esquiadores avanzados, en invierno.

Chapelco es también un centro familiar, donde existen actividades para todas las edades y los gustos, además cuenta con más de 100 alojamientos en la cercana ciudad de San Martín y un restaurante en la misma base del cerro que ofrece la exquisita gastronomía patagónica.

Cuenta con pistas seguras, que cuentan con patrullas en punto fijo vigilando constantemente el cerro. Sus pendientes son medianas y el cerro es suave, con laderas con mucho pasto en toda época del año.  Posee una tienda de alquiler de equipos, para que los deportistas encuentren todos los implementos que necesitan en el mismo lugar que esquían, además de guardería para equipamiento y transporte dentro y hacia el cerro.

En la cumbre cuenta con exigentes pistas, ideales para practicar snowboard y maniobras extremas, mientras que en la base Cerro Chapelco posee pendientes con pistas más suaves para que todos los principiantes puedan iniciarse en el deporte blanco.

Además de ser el lugar perfecto para los amantes del snowboard por sus pistas de la cumbre, Cerro Chapelco también ofrece paseos en la nieve para los que buscan tranquilidad y relajo en la montaña, como ascensos en motos de nieve, expediciones por los bosques de lengas y trineos, entre otras actividades recreativas y culturales que se realizan en el centro.

Cerro Chapelco se encuentra a 19 kilómetros de la ciudad de San Martín de los Andes y desde ahí salen transportes que llevan al complejo. Una alternativa de llegada es por vía aérea desde Buenos Aires, que se encuentra a dos horas en vuelo, desde Neuquén, a media hora de distancia por aire, desde San Carlos de Bariloche, a casi 3 horas de vuelo, entre otras.

Otra opción es llegar en automóvil por las rutas provinciales desde las mismas ciudades mencionadas hasta San Martín de los Andes. Desde la ciudad se toma la ruta que rodea el lago Lácar por 15 kilómetros y desde la ruta 19 se recorren 5 kilómetros más hasta la base de cerro Chapelco.

Después de tragar mucho polvo volvimos a la Hostería, felices.

Viernes 4

Este día nos lo tomamos para descansar del cansancio que nos provocó el día anterior.  Nos regalamos un pequeño lujo: Irene nos había hablado de Claudia, una extraordinaria masajista.  Irene nos dijo en broma, que le habían propuesto matrimonio, – por lo maravillosa que es profesional y personalmente-  pero que no aceptó porque era casada. Así pasamos la mañana entre”ayes” y suspiros.

Almorzamos muy cerca de la Hostería, en un gran hotel a la orilla del lago,  llamado La Trattoria.  Linda vista también desde este lugar.

Por la tarde, Guillermo tenía que hacer un trabajo que le urgía.  Decidí irme sola al pueblo, vagar un poco por sus calles y aprovechar a comprarle a mi hija unos alfajores que me encargó.  Aproveché también para comprar los strudel de manzana y llevarlos al hotel para la cena.

Sábado 8

Irene nos recomendó ir al Cerro El Tronador.  Fueron como tres horas de camino para llegar. Sin embargo, la belleza del recorrido era tal, que no se sentía el tiempo.  Pasamos por una isla en medio del Lago Nahuel Huapi, llamada corazón.  Se llama así por su forma y dice la leyenda que en un inicio estaba separada en dos mitades.  En cada mitad, vivían tribus que eran contrincantes y los hijos de los jefes rivales, se enamoraron.  El castigo era inmolarlos y desde que lo hicieron, las dos islas se juntaron.  Vista desde el aire, la isla es un perfecto corazón.

Una hora antes de llegar, desde el camino se admira el imponente Cerro El Tronador.  Guillermo me decía “estamos por llegar” y yo le respondía “eso me viene diciendo hace ratos y no hay forma de que lleguemos”; en efecto, el viaje duró un poco más.  Sólo hay una vía de acceso en camino de terracería, por lo que hay horas restringidas para subir y otras para bajar.

Llegamos a almorzar a una confitería situada en la mera orilla del Cerro.  Verlo es majestuoso. El Cerro Tronador es un volcán inactivo que se encuentra en la zona sur de la Cordillera de los Andes, en la frontera entre Chile y Argentina cerca de la ciudad de Bariloche. Separa dos parques nacionales: el Vicente Pérez Rosales en la provincia de Llanquihue, Chile, y el Nahuel Huapi, en Río Negro y Neuquén Argentina.

 El nombre del cerro se debe al ruido similar al de truenos producido por los frecuentes desprendimientos y caídas de seracs en los glaciares del mismo. Su altura de 3.491 msnm lo destaca entre los macizos montañosos de la región a los que supera en más de 1000 m, convirtiéndolo en un atractivo destino de escaladores. El Tronador posee un total de ocho glaciares los cuales se encuentran actualmente en remisión a causa de los fenómenos de calentamiento de las tropósfera superior.  Posee tres cimas: una argentina (pico argentino), de 3.200 msnm, una chilena (cumbre chilena), de 3.320 msnm y una fronteriza, entre ambos países, de 3.491 msnm.  En su base existe una zona donde los hielos se tiñen de negro producto de los sedimentos y arenas que acarrean, dicha zona es llamada el ventisquero negro.

Del lado argentino, un camino permite acercarse hasta el pie de las paredes de roca que rodean al cerro, al punto de perder de vista la cumbre por la excesiva cercanía a los mismos. Las mejores vistas del Tronador se obtienen en el cercano paraje de Pampa Linda.

Un sendero peatonal de fuerte pendiente, en gran parte practicable a caballo, permite llegar a un refugio organizado, que lleva el nombre del andinista Otto Meiling. Posee ciertas comodidades de alojamiento, y está ubicado en el borde de los glaciares superiores.  Desde los glaciares que rodean al Tronador surgen varios arroyos, que confluyen en Pampa Linda para formar el río Manso.

Yo estaba tan cansada, que me metí al carro a meditar.  En el sol, me quemaba del calor, y en la sombra, me moría del frío.  Guillermo decidió escalar un poco más y llegó entró por la Puerta del Diablo hasta donde está permitido subir.

Hemos hecho varios viajes, tanto dentro como fuera de nuestro país y éste tuvo su encanto especial porque pasamos tres semanas sin subirnos a un avión o cambiar de destino.  Aprendimos que es mejor pasar muchos días en un mismo lugar, que pasar por muchos lugares en muchos días.

Irene me dijo que yo tenía una estrella –se tocó la cabeza haciendo una corona-.  La primera vez, cuando nos dijo que no había reserva hasta el día 10, ya que la habíamos hecho desde Guatemala hasta el 3.  Lo conseguimos.  La segunda vez, porque logramos –después de estar en un cuarto pequeño- pasarnos a una suite que estaba en construcción y la terminaron justo a tiempo.  Tercera vez, encontrar carro en temporada alta.  Los renta-card nos contaron que habían tenido que sub-arrendar otro carro porque en su agencia no tenían ninguno. Y la cuarta vez, le pedí a Irene que nos diera más tiempo para la salida, me respondió que dependía de si ya lo tenía ocupado, buscó en su base de datos, se sorprendió, y con una sonrisa amplia, me dijo: tienes una estrella, los clientes vienen hasta mañana.

Domingo 9

Último día de nuestras vacaciones.  Almorzamos por consejo de Irene en el Restaurante El Mirador.  Está situado en las afueras del pueblo, sobre una colina cuya vista da al Lago Nahuel Huapi.

De regreso, pasamos de nuevo al restaurante A Estribor.  Habíamos probado un extraordinario mousse de chocolate y pensamos despedirnos de La Patagonia, llevándonos ese inolvidable sabor andino, ese olor a arrayanes y la imagen inolvidable del lago Nahuel Huapi, a veces turquesa, otras azul, verde por momentos y evocador, siempre.

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